De
repente llega un día y te das cuenta de lo vulnerable que eres, de que tienes
miedo y de que necesitas ayuda, y es ese día el peor al que te has
enfrentado nunca...
Desde
el años aproximadamente hasta la pubertad he sufridos crisis asmáticas, unas más
graves y otras menos graves, catarros, sarampión, gripe, me operaron de
apendicitis, infecciones de orina...cosillas supongo que normales dentro de lo
que cabe para todo el mundo.
Cuando
una noche te acuestas y te empiezan a doler los dedos corazones de ambas manos
sin ningún motivo aparente te empiezas a plantear su origen. Lo primero que
pensé es que como había hecho un masaje quizá hubiera hecho más fuerza de la
debida (aunque en mi interior sabía que no, me servía como excusa para
explicarme el origen del dolor).
A
la mañana siguiente el dolor había desaparecido de esa zona para trasladarse a
la muñeca de la mano izquierda y lo achaque a un mal movimiento en el partido
de pádel que tuve el día anterior (aunque también sabía que no era ese el
origen).
El
dolor no cesaba y cada vez era más incapacitante por lo que requería un
antiinflamatorio. Un día más pase con ese dolor insoportable que ya casi me
afectaba a toda la mano, sentía como si me hubiera dado un gran golpe, me dolían
los músculos y los huesos.
A
pesar de todo y aunque se lo comunique a mi familia y a mi pareja aguanté casi
cuatro días hasta que el cuarto por la mañana me despertó un dolor...
...una impotencia funcional
que no me permitía ni sujetar las sábanas. Como pude me levante y fue en el
baño cuando me vi ambas manos hinchadas y pálidas. No podía ni siquiera cerrar
la mano por el dolor y la falta de fuerza. Ya no había excusas, necesitaba
ayuda.
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